jueves, 2 de abril de 2009

Inquisición en sonata de tango

PRIMERA FILA


Hay una especie de instinto humano, atroz y desvergonzado, que sale a flote justo cuando la barca de la victoria se hunde en un remolino de fracasos y tropiezos.
Cuando la situación se pone dura, el camino empinado y el panorama oscuro, ese instinto despierta y nos insta a exigir que rueden cabezas, que sufran y paguen los presuntos responsables.

Esa tendencia desfachatada de buscar culpables en lugar de soluciones, es común, frecuente y constante en el balompié, tanto nacional, como mundial.
En Tiquicia en las últimas semanas la inquisición se ha vestido de rojinegro y entonado una disgustada pieza de tango.
Algunos sectores de la afición, prensa y directiva, han dirigido su mirada de reproche a los tres argentinos, únicos extranjeros de la planilla de jugadores, que visten la casaca manuda: Sills, Juárez y el recién incorporado Hernández.
La manera más sencilla, sin duda, de explicar el estrepitoso descenso de la Liga, subcampeón aguerrido y valeroso en el torneo anterior, es atribuirle la culpa a los foráneos, a los ‘otros’, los distintos a la norma (que en este caso es ser costarricense).
“Cuando nadie daba nada por nosotros y quedamos subcampeones, éramos unos fenómenos, ahora que las cosas andan mal, somos los malos”, comentó Juan Ignacio Sills el sábado pasado a una radio deportiva tras la tercera derrota al hilo del equipo manudo.
Placebo. Echarle la culpa a los argentinos del pésimo desempeño manudo es simplista y carece de todo sentido y fundamento.
Ellos no fueron los artífices –por sí solos– del buen accionar del equipo en el torneo pasado; es decir, que aunque fueron importantes en el esquema, este no giraba en torno a ellos.
Por ende, su bajo rendimiento actual no explica el baja de rendimiento de todo el conjunto.
Los liguistas se aferran a la idea de que los argentinos son la causa del mal juego de su equipo, como los ticos creen que los problemas del país son culpa de los nicaragüenses o los colombianos, o como los estadounidenses piensan lo mismo de los latinos. Es un simple placebo nacionalista.
La Liga anda mal, pero la raíz del problema no está en los jugadores extranjeros, no se resuelve exiliándolos al sur. Hay que abrir los ojos y analizar –sin instinto inquisidor–, desde la tribuna, las cabinas de transmisión y la junta directiva, qué es lo que realmente pasa en el cuadro rojinegro.

No hay comentarios: